5 de septiembre de 2015

EN MISIÓN COMPARTIDA

  Confieso que me entusiasma entrar en este tema. El Señor es así de sorprendente y reparte sus 
  carismas como quiere, cuando quiere y a quien quiere; a veces rompiendo nuestros esquemas.

  ¿De qué estamos hablando?
  El lenguaje relativamente reciente de “misión compartida” nace de una comprensión comunitaria de la 
  misión y de la correlación necesaria  entre todas las formas de vida y ministerio para afrontar los 
  retos que nuestro mundo plantea a la evangelización.
  Esta forma de entender la misión supone un cambio de mentalidad que favorece la colaboración de 
  todos los carismas, la corresponsabilidad, la confianza y el servicio humilde, y nos lleva a evitar 
  actitudes unilaterales como la autosuficiencia, los recelos, la imposición o los intereses institucionales.
  El adjetivo "compartida" añadido a la palabra "misión" nos centra en un aspecto sumamente importante 
  de la vida actual de la Iglesia: que la misión es mucho más eficaz y esplendorosa, cuando es realizada 
  por una orquesta de carismas; que sólo entonces la misión tiene el rostro, la configuración que 
  Jesús soñó para ella.
  Creemos que la toma de conciencia de la relevancia de los laicos en la Iglesia y la decisión de dar 
  pasos progresivos en orden a compartir nuestra misión con ellos constituye una opción irreversible 
  a nivel intraeclesial y a nivel congregacional. Los religiosos no podemos quedarnos fuera de este 
  movimiento renovador del Espíritu de Jesús al interior de la Iglesia actual.
  Y todo esto teniendo a la base dos consideraciones iniciales que nos parecen fundamentales: 
  respetar y potenciar la identidad laical, ayudándoles a alcanzar la verdadera madurez de su vocación 
  eclesial; y compartir con los laicos nuestro ser y nuestra misión. Nuestro "carisma" no nos 
  pertenece en exclusiva.

  Se hace camino al andar
  
  1.   Misión compartida con los laicos
  Tengo la impresión de que todos nosotros estamos haciendo intentos serios de camino compartido 
  con los laicos. En mi Congregación, fieles a este signo de los tiempos y a los mejores impulsos 
  provenientes de los orígenes de nuestra tradición, los religiosos queremos compartir nuestro carisma 
  con los cristianos laicos, a los que consideramos hermanos y compañeros en la tarea misionera.

  2.   Corresponsabilidad y complementariedad pastoral
  Eso sí, estoy convencido de que la misión compartida con los laicos se ha de realizar 
  desde la complementariedad de lo específico de cada forma de vida: los laicos, siendo fieles a su 
  idiosincrasia laical; y nosotros, siendo fieles a nuestra peculiaridad religiosa.
  Desde ahí nuestra relación con los laicos ha de realizarse sobre la base de una mutua 
  colaboración, que respete siempre la identidad del laico y nuestra identidad religiosa y en base a los 
  criterios de complementariedad y corresponsabilidad.

  3.   La formación de los religiosos y los laicos
  Somos conscientes de que, para desarrollar bien la misión compartida, los laicos necesitan una 
  formación verdaderamente cualificada; son ellos mismos los que nos lo demandan.
  También los religiosos deben entrar en este proceso de formación que los capacite para trabajar 
  en misión compartida. Para ello deberían imbuirse de la mejor teología que brota del Concilio Vaticano 
  II. En este sentido, sería bueno programar sistemáticamente reuniones entre religiosos y laicos con 
  el fin de reforzar los vínculos de fraternidad, fortalecer la confianza mutua, profundizar el carisma  y 
  proponer pistas de futuro. Sería un buen principio que los encuentros de formación provincial estén 
  abiertos a la participación de los laicos.

  4.   Creación de equipos de trabajo y de pequeñas comunidades de religiosos y laicos
  Cada día tenemos más claro que es necesario trabajar conjuntamente con los laicos en nuestros 
  campos de misión. Necesitamos crear equipos de trabajo en los que los laicos asuman 
  responsabilidades.
  Además algunos laicos quieren vivir su cristianismo desde las señas de nuestra identidad y piden, 
  dando un paso más, su integración como laicos en la vida de nuestras congregaciones. Aspiran a ser 
  más que cooperadores en nuestras obras; desean ser miembros de nuestra familia, 
  compartiendo con nosotros identidad y misión, pero ofreciendo a la Congregación la rica 
  aportación de su secularidad. Los religiosos tenemos que posibilitar esta forma de vocación.
  Desde ahí las comunidades han de estar abiertas a pequeños grupos de laicos que se sientan 
  atraídos por el carisma y promoverlos.

  5.   Algunas experiencias
  En los últimos años se han ido consolidando en nuestra Provincia Redentorista de España dos 
  figuras que están enriqueciendo este camino de misión compartida:

  -       GRUPOS DE LAICOS REDENTORISTAS
  Son grupos formados por laicos que participan en la espiritualidad, experiencia de vida evangélica y 
  trabajo pastoral. Se sienten atraídos por el carisma redentorista y son invitados por la comunidad 
  redentorista a un grupo.
  Participan en encuentros de religiosos y laicos (comunitarios y provinciales) y de carácter formativo 
  (Encuentro de San Alfonso).
  
  -       MISIONEROS LAICOS DEL SANTÍSIMO REDENTOR
  Es la forma más comprometida de colaboración activa en la vida apostólica de la Congregación. 
  El Misionero Laico es un cristiano consciente de su vocación bautismal que comparte con los 
  redentoristas un mismo espíritu, sistema de valores y modo de vida marcados por el estilo Alfonsiano.
  Concluido un proceso de formación y discernimiento, y recibida la aprobación del Consejo 
  Provincial, se agregan a la Congregación mediante una celebración litúrgica.
  Su compromiso es definitivo y permanente, con carácter oficial, en la espiritualidad y misión redentorista.

  Apenas un camino iniciado
  Han pasado ya más de 30 años desde que empezamos a dar los primeros pasos. El camino está 
  siendo de una riqueza extraordinaria. Pero no oculto que no siempre resulta fácil, y que es mucho lo
  que queda por andar.
  Cuando miro para atrás descubro con alegría la incorporación de laicos a organismos 
  provinciales con capacidad de decisión, la consolidación de Grupos de laicos asociados a nuestro 
  carisma, la elaboración de un material de formación sistemática. Observo también el recelo y 
  desconfianza que este tema despierta en muchos de mis hermanos, el miedo a “perder el control” 
  sobre los laicos…
  Confieso, eso sí, que el presente me entusiasma y el futuro me desafía. Un futuro en misión 
  compartida, convencido de que Dios regala el carisma a unos y a otros; compartiendo formación 
  y misión, momentos de oración y de fiesta; caminando desde la confianza mutua y 
  compartiendo responsabilidades; viviendo en familia.

   ¿Es demasiado soñar? Es hora de ponerse en camino.


    Por: Pedro López Calvo, CSsR