14 de septiembre de 2015

EVANGELIZAR A TRAVES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Evangelizar es la misión de todo aquel que tuvo una experiencia de amor de Dios en su vida, y eso es lo que motiva a uno a tratar de comunicar, compartir, lo que hemos sentido dentro de nuestro ser; no podemos decir que hemos vivido de primera mano el hecho de mirar y tocar a Jesús, el ser más cercano a Dios, pues es el hijo de Dios y creemos que vino para salvarnos, pero por Fe, podemos decir que hemos vivido experiencias religiosas, espirituales que solo tienen sentido si son miradas desde las perspectivas del creer que todo se debe porque hay un Dios que ama, que observa, se acerca, te habla a través de todo, solo que a veces nos damos cuenta y otras veces, su presencia pasa desapercibida porque estamos más concentrados en llenar nuestras mentes y nuestros tiempos, dejando la opción de seguir a Jesús y el darlo a conocer, queda en un último plano.

Es posible evangelizar a través de los medios?». Si es posible, pero lamentablemente las cosas de Dios no venden, ya sea en periódico, radio o televisión. Pero si se puede, además sería lo más efectivo para llegar a más personas. Nuestra mayor preocupación es como hacer para dar a conocer a Dios, que más personas integren nuestra Iglesia no solo para ser más personas en número, si no para compartir la doctrina, el difundir la fe, despertar vocaciones religiosas y motivar a los laicos a tomar en serio y con responsabilidad la misión.

Cuando pensamos en evangelización nos concentramos en aquel que no sabe nada de Dios o le han hablado muy poco. Pero la evangelización es más, son también aquellos que conocieron de Dios y aun a pesar de haber tenido acercamiento por fe con el Dios de la vida, decidieron alejarse de él.  Y aún más también evangelizar a aquellos que estamos inmersos en las cosas de Dios y nos basta sentir que pertenecemos a algún grupo o movimiento en parroquia, para sentir que eso es suficiente y no hay el interés por prepararse, conocer más a Dios, nos basta lo que sabemos, e integrar un grupo lo vemos más como club que como un medio importante para acoger y que éste sea centro de formación de laicos con la capacidad de seguir anunciando.

Los sacerdotes, obispos, sacerdotes, religiosos, misioneras también necesitan de la re-evangelización cuando llegan tiempos de desierto en la vida de ellos.


El que es comunicador ha tenido años de estudio, preparación para ser el mejor en su profesión, si a la profesión le agregamos que somos Católicos y somos Animadores Misioneros, estaremos dando ese plus que los líderes Católicos necesitan, ser más profesionales al ser Cristianos, ser profesionales a la hora de seguir a Jesús y de darlo a conocer, ser profesionales para amar a todos como Jesús, acoger a todo hombre como hermano, dar nuestra mano para compartir, profesionales para seguir viviendo el ideal de seguir a Jesús en todo tiempo y lugar.


Las parroquias o congregaciones sacan informativos que ayudan mucho en sus comunidades, instituciones de nuestra iglesia que se esfuerzan por sacar revistas misioneras que ayuden acrecentar nuestra fe.
Que importante que los que emiten estas informaciones puedan tener fundamento cristiano y preparación periodística, además de lenguaje sencillo, algunos lamentablemente no lo tienen y luego uno se da cuenta porque al terminar de leer solo encuentra información pero no trasciende, no llega, porque cada vez que uno escribe debería invocar al Espíritu de Dios para que él te permita colocar en cada línea lo justo y lo necesario, ni demás ni de menos, y lo más importante es que el mensaje que Dios quiere transmitir llegue porque te utilizó a ti como medio.

Y si eres orador, predicador, conferencista, o das charlas en retiros o jornadas, queriendo en tu corazón conquistar más almas para Dios con aquello que estés dispuesto a compartir, tienes que haber vivido y seguir viviendo la experiencia de Dios en tu vida, porque eso no solo se escuchar en un discurso bien estructurado, también se percibe por la emoción que pones cuando hablas, tu gesto cambia porque todo tu ser quiere transmitir al Dios que llevas dentro.


“Que quien me mire te vea”... sería la frase que podemos repetir, para que sea siempre Dios el protagonista y nosotros mostremos su reflejo en nuestras vidas....


Fraternalmente, 

GISSELLA CICCIA ALBUJAR



"SER MISIONERO: UNA BENDICIÓN DE DIOS"

-Testimonio Redentorista-



Hola… Mi nombre es Christian Gerson Rodríguez Méndez, tengo 19 años, soy natural de un caserío del pueblo de Otuzco, capital de la fe, del departamento de La Libertad. Tengo el privilegio de formar parte del seminario menor de San Alfonso de la Congregación del Santísimo Redentor - C.Ss.R. En mi proceso de formación me encuentro en la etapa del postulantado. Estudio la filosofía en el Seminario Mayor Arquidiocesano San Carlos y San Marcelo de Trujillo. Llevo ya casi dos años en el seminario y durante este tiempo he podido comprobar que, en definitiva, el que te llama sabe lo que quiere hacer contigo, y Jesús me llamó, me regaló el don de la vocación y aquí estoy para hacer su voluntad.

Ser sacerdote religioso, a lo que anhelo, es un estilo de vida como el del matrimonio o el de la soltería, no es una carrera es un servicio, es una entrega total a Cristo en los demás; en los pobres, en los enfermos, en los abandonados, marginados, en todas aquellas personas en las que podemos encontrar el rostro de Jesús.  Es un camino largo por recorrer. Sé que voy contracorriente en esta sociedad tan individualista, materialista donde muchos caen fácilmente en un ateísmo práctico.  Ya me he subido a la barca, he aceptado el llamado que Jesús me ha hecho, ahora me queda poner todo de mi parte y pedir a Dios lo que no puedo para perseverar, para llegar a la meta.

Durante estos casi dos años he podido convencerme, por completo, que para hacer las cosas de Dios es necesario recurrir a Él, pedir su divina gracia, que nos asista con su Santo Espíritu, porque las dificultades, las tentaciones empiezan en el primer momento que decides hacer su voluntad.
La vida en el seminario es como toda vida de los que se encuentran allá fuera, tiene sus momentos buenos, agradables, dichosos como también esos momentos de tristeza, de miedo, de temor, de preocupación. Y de eso soy testigo porque me ha tocado vivirlo durante este tiempo que llevo en el seminario. He tenido momentos de crisis vocacionales, de querer coger mi mochila y salirme corriendo, he tenido momentos de tristeza por dejar a mi familia,  momentos que han costado lágrimas, he sentido miedo, temor por lo que me pueda pasar por anunciar a Jesús, a un Dios que es amor, misericordioso; ser profeta anunciando a Dios y denunciando las injusticias. Pero lo más rescatable de este tiempo en el seminario, lo más importante es que a pesar de todo eso, ha habido momentos de alegría, de dicha que sobrepasan toda tristeza, todo miedo, toda crisis.

En el seminario he podido experimentar lo que es vivir en comunidad, en fraternidad. Convivir con personas que vienen de otros lugares con sus propias costumbres, sus propios hábitos, compartir con ellos tristezas y alegrías. Es lindo ser seminarista pero también es una gran responsabilidad como cristiano católico.

Como seminarista he tenido la oportunidad de participar en las misiones con esa peculiaridad del carisma alfonsiano. Ser misionero es lo máximo. Dejar momentos de compartir con la familia, con los amigos por ir a compartir con gente que no conoces en lugares recónditos que no sabías que existían. Ser ese portador de esperanza, de paz, de alegría a pesar que muchos te echen los perros o tengas que caminar kilómetros bajo un caluroso sol o una fuerte lluvia con truenos, granizo, etc… es en esos momentos cuando dices: “que bien se siente sufrir todo esto por amor a Cristo” y sientes esa paz que embarga todo tu ser y es ahí donde escuchas a Dios que te habla en su creación.

Estoy formándome para ser misionero a tiempo completo y he podido experimentar que si vas a misionar confiando en tus cualidades, capacidades para hablar, en tu elocuencia, los podrás hacer muy bien, la gente puede quedar encantada, maravillada por la forma que hablas de Dios, sin embargo todo eso no es más que pura palabrería o como dicen “puro chamuyo”, sino practicas lo que dices, no lo vives no es más que eso, “puro chamuyo”. Si a veces desprecias lo que te ofrecen porque no te gusta, eres indiferente a los detalles que la gente tiene para contigo ten por seguro que todo lo que has hablado muy bonito, se va al agua. Y otro aspecto es, y muy importante, la oración. Si vas de misión confiado en tus capacidades y no te encomiendas a Dios, no le pides que te asista con su Santo Espíritu, sino rezas todo lo que prediques serán más que palabras vanas, vacías. Hay que rezar cuando se está en misión y mucho y eso lo he podido vivir en carne propia.
Ser misionero es una bendición de Dios, es sumamente maravilloso. Es una verdadera aventura que vale la pena vivir, una aventura por el Redentor.

Que Dios, nuestro Padre, nos permita experimentar la dicha de ser misionero, de experimentar su inmensa misericordia; que Jesucristo, nuestro redentor, nos conceda las gracias para seguir sus huellas como misioneros; y que el Espíritu Santo, nos guíe, nos ilumine, encienda en nuestros corazones el amor hacia los demás y así ser buenos misioneros.

Bendiciones.

5 de septiembre de 2015

EN MISIÓN COMPARTIDA

  Confieso que me entusiasma entrar en este tema. El Señor es así de sorprendente y reparte sus 
  carismas como quiere, cuando quiere y a quien quiere; a veces rompiendo nuestros esquemas.

  ¿De qué estamos hablando?
  El lenguaje relativamente reciente de “misión compartida” nace de una comprensión comunitaria de la 
  misión y de la correlación necesaria  entre todas las formas de vida y ministerio para afrontar los 
  retos que nuestro mundo plantea a la evangelización.
  Esta forma de entender la misión supone un cambio de mentalidad que favorece la colaboración de 
  todos los carismas, la corresponsabilidad, la confianza y el servicio humilde, y nos lleva a evitar 
  actitudes unilaterales como la autosuficiencia, los recelos, la imposición o los intereses institucionales.
  El adjetivo "compartida" añadido a la palabra "misión" nos centra en un aspecto sumamente importante 
  de la vida actual de la Iglesia: que la misión es mucho más eficaz y esplendorosa, cuando es realizada 
  por una orquesta de carismas; que sólo entonces la misión tiene el rostro, la configuración que 
  Jesús soñó para ella.
  Creemos que la toma de conciencia de la relevancia de los laicos en la Iglesia y la decisión de dar 
  pasos progresivos en orden a compartir nuestra misión con ellos constituye una opción irreversible 
  a nivel intraeclesial y a nivel congregacional. Los religiosos no podemos quedarnos fuera de este 
  movimiento renovador del Espíritu de Jesús al interior de la Iglesia actual.
  Y todo esto teniendo a la base dos consideraciones iniciales que nos parecen fundamentales: 
  respetar y potenciar la identidad laical, ayudándoles a alcanzar la verdadera madurez de su vocación 
  eclesial; y compartir con los laicos nuestro ser y nuestra misión. Nuestro "carisma" no nos 
  pertenece en exclusiva.

  Se hace camino al andar
  
  1.   Misión compartida con los laicos
  Tengo la impresión de que todos nosotros estamos haciendo intentos serios de camino compartido 
  con los laicos. En mi Congregación, fieles a este signo de los tiempos y a los mejores impulsos 
  provenientes de los orígenes de nuestra tradición, los religiosos queremos compartir nuestro carisma 
  con los cristianos laicos, a los que consideramos hermanos y compañeros en la tarea misionera.

  2.   Corresponsabilidad y complementariedad pastoral
  Eso sí, estoy convencido de que la misión compartida con los laicos se ha de realizar 
  desde la complementariedad de lo específico de cada forma de vida: los laicos, siendo fieles a su 
  idiosincrasia laical; y nosotros, siendo fieles a nuestra peculiaridad religiosa.
  Desde ahí nuestra relación con los laicos ha de realizarse sobre la base de una mutua 
  colaboración, que respete siempre la identidad del laico y nuestra identidad religiosa y en base a los 
  criterios de complementariedad y corresponsabilidad.

  3.   La formación de los religiosos y los laicos
  Somos conscientes de que, para desarrollar bien la misión compartida, los laicos necesitan una 
  formación verdaderamente cualificada; son ellos mismos los que nos lo demandan.
  También los religiosos deben entrar en este proceso de formación que los capacite para trabajar 
  en misión compartida. Para ello deberían imbuirse de la mejor teología que brota del Concilio Vaticano 
  II. En este sentido, sería bueno programar sistemáticamente reuniones entre religiosos y laicos con 
  el fin de reforzar los vínculos de fraternidad, fortalecer la confianza mutua, profundizar el carisma  y 
  proponer pistas de futuro. Sería un buen principio que los encuentros de formación provincial estén 
  abiertos a la participación de los laicos.

  4.   Creación de equipos de trabajo y de pequeñas comunidades de religiosos y laicos
  Cada día tenemos más claro que es necesario trabajar conjuntamente con los laicos en nuestros 
  campos de misión. Necesitamos crear equipos de trabajo en los que los laicos asuman 
  responsabilidades.
  Además algunos laicos quieren vivir su cristianismo desde las señas de nuestra identidad y piden, 
  dando un paso más, su integración como laicos en la vida de nuestras congregaciones. Aspiran a ser 
  más que cooperadores en nuestras obras; desean ser miembros de nuestra familia, 
  compartiendo con nosotros identidad y misión, pero ofreciendo a la Congregación la rica 
  aportación de su secularidad. Los religiosos tenemos que posibilitar esta forma de vocación.
  Desde ahí las comunidades han de estar abiertas a pequeños grupos de laicos que se sientan 
  atraídos por el carisma y promoverlos.

  5.   Algunas experiencias
  En los últimos años se han ido consolidando en nuestra Provincia Redentorista de España dos 
  figuras que están enriqueciendo este camino de misión compartida:

  -       GRUPOS DE LAICOS REDENTORISTAS
  Son grupos formados por laicos que participan en la espiritualidad, experiencia de vida evangélica y 
  trabajo pastoral. Se sienten atraídos por el carisma redentorista y son invitados por la comunidad 
  redentorista a un grupo.
  Participan en encuentros de religiosos y laicos (comunitarios y provinciales) y de carácter formativo 
  (Encuentro de San Alfonso).
  
  -       MISIONEROS LAICOS DEL SANTÍSIMO REDENTOR
  Es la forma más comprometida de colaboración activa en la vida apostólica de la Congregación. 
  El Misionero Laico es un cristiano consciente de su vocación bautismal que comparte con los 
  redentoristas un mismo espíritu, sistema de valores y modo de vida marcados por el estilo Alfonsiano.
  Concluido un proceso de formación y discernimiento, y recibida la aprobación del Consejo 
  Provincial, se agregan a la Congregación mediante una celebración litúrgica.
  Su compromiso es definitivo y permanente, con carácter oficial, en la espiritualidad y misión redentorista.

  Apenas un camino iniciado
  Han pasado ya más de 30 años desde que empezamos a dar los primeros pasos. El camino está 
  siendo de una riqueza extraordinaria. Pero no oculto que no siempre resulta fácil, y que es mucho lo
  que queda por andar.
  Cuando miro para atrás descubro con alegría la incorporación de laicos a organismos 
  provinciales con capacidad de decisión, la consolidación de Grupos de laicos asociados a nuestro 
  carisma, la elaboración de un material de formación sistemática. Observo también el recelo y 
  desconfianza que este tema despierta en muchos de mis hermanos, el miedo a “perder el control” 
  sobre los laicos…
  Confieso, eso sí, que el presente me entusiasma y el futuro me desafía. Un futuro en misión 
  compartida, convencido de que Dios regala el carisma a unos y a otros; compartiendo formación 
  y misión, momentos de oración y de fiesta; caminando desde la confianza mutua y 
  compartiendo responsabilidades; viviendo en familia.

   ¿Es demasiado soñar? Es hora de ponerse en camino.


    Por: Pedro López Calvo, CSsR