21 de octubre de 2015
16 de octubre de 2015
14 de septiembre de 2015
EVANGELIZAR A TRAVES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Evangelizar es la misión de todo
aquel que tuvo una experiencia de amor de Dios en su vida, y eso es lo que
motiva a uno a tratar de comunicar, compartir, lo que hemos sentido dentro de
nuestro ser; no podemos decir que hemos vivido de primera mano el hecho de
mirar y tocar a Jesús, el ser más cercano a Dios, pues es el hijo de Dios y
creemos que vino para salvarnos, pero por Fe, podemos decir que hemos vivido
experiencias religiosas, espirituales que solo tienen sentido si son miradas
desde las perspectivas del creer que todo se debe porque hay un Dios que ama,
que observa, se acerca, te habla a través de todo, solo que a veces nos damos
cuenta y otras veces, su presencia pasa desapercibida porque estamos más
concentrados en llenar nuestras mentes y nuestros tiempos, dejando la opción de
seguir a Jesús y el darlo a conocer, queda en un último plano.
Es posible evangelizar a través de
los medios?». Si es posible, pero lamentablemente las cosas de Dios no venden,
ya sea en periódico, radio o televisión. Pero si se puede, además sería lo más
efectivo para llegar a más personas. Nuestra mayor preocupación es como hacer
para dar a conocer a Dios, que más personas integren nuestra Iglesia no solo
para ser más personas en número, si no para compartir la doctrina, el difundir
la fe, despertar vocaciones religiosas y motivar a los laicos a tomar en serio
y con responsabilidad la misión.
Cuando pensamos en evangelización nos
concentramos en aquel que no sabe nada de Dios o le han hablado muy poco. Pero
la evangelización es más, son también aquellos que conocieron de Dios y aun a
pesar de haber tenido acercamiento por fe con el Dios de la vida, decidieron
alejarse de él. Y aún más también
evangelizar a aquellos que estamos inmersos en las cosas de Dios y nos basta
sentir que pertenecemos a algún grupo o movimiento en parroquia, para sentir
que eso es suficiente y no hay el interés por prepararse, conocer más a Dios,
nos basta lo que sabemos, e integrar un grupo lo vemos más como club que como
un medio importante para acoger y que éste sea centro de formación de laicos
con la capacidad de seguir anunciando.
Los sacerdotes, obispos, sacerdotes,
religiosos, misioneras también necesitan de la re-evangelización cuando llegan
tiempos de desierto en la vida de ellos.
El que es comunicador ha tenido años de estudio, preparación para ser el mejor en
su profesión, si a la profesión le agregamos que somos Católicos y somos
Animadores Misioneros, estaremos dando ese plus que los líderes Católicos
necesitan, ser más profesionales al ser Cristianos, ser profesionales a la hora
de seguir a Jesús y de darlo a conocer, ser profesionales para amar a todos
como Jesús, acoger a todo hombre como hermano, dar nuestra mano para compartir,
profesionales para seguir viviendo el ideal de seguir a Jesús en todo tiempo y
lugar.
Las parroquias o congregaciones sacan
informativos que ayudan mucho en sus comunidades, instituciones de nuestra
iglesia que se esfuerzan por sacar revistas misioneras que ayuden acrecentar
nuestra fe.
Que importante que los que emiten
estas informaciones puedan tener fundamento cristiano y preparación
periodística, además de lenguaje sencillo, algunos lamentablemente no lo tienen
y luego uno se da cuenta porque al terminar de leer solo encuentra información
pero no trasciende, no llega, porque cada vez que uno escribe debería invocar
al Espíritu de Dios para que él te permita colocar en cada línea lo justo y lo
necesario, ni demás ni de menos, y lo más importante es que el mensaje que Dios
quiere transmitir llegue porque te utilizó a ti como medio.
Y si eres orador, predicador,
conferencista, o das charlas en retiros o jornadas, queriendo en tu corazón conquistar
más almas para Dios con aquello que estés dispuesto a compartir, tienes que
haber vivido y seguir viviendo la experiencia de Dios en tu vida, porque eso no
solo se escuchar en un discurso bien estructurado, también se percibe por la
emoción que pones cuando hablas, tu gesto cambia porque todo tu ser quiere
transmitir al Dios que llevas dentro.
“Que quien me mire te vea”... sería la frase que podemos repetir, para que sea
siempre Dios el protagonista y nosotros mostremos su reflejo en nuestras vidas....
Fraternalmente,
GISSELLA CICCIA ALBUJAR
"SER MISIONERO: UNA BENDICIÓN DE DIOS"
-Testimonio Redentorista-
Hola… Mi nombre
es Christian Gerson Rodríguez Méndez, tengo 19 años, soy natural de un caserío
del pueblo de Otuzco, capital de la fe, del departamento de La Libertad. Tengo el
privilegio de formar parte del seminario menor de San Alfonso de la
Congregación del Santísimo Redentor - C.Ss.R. En mi proceso de formación me
encuentro en la etapa del postulantado. Estudio la filosofía en el Seminario
Mayor Arquidiocesano San Carlos y San Marcelo de Trujillo. Llevo ya casi dos
años en el seminario y durante este tiempo he podido comprobar que, en
definitiva, el que te llama sabe lo que quiere hacer contigo, y Jesús me llamó,
me regaló el don de la vocación y aquí estoy para hacer su voluntad.
Ser sacerdote
religioso, a lo que anhelo, es un estilo de vida como el del matrimonio o el de
la soltería, no es una carrera es un servicio, es una entrega total a Cristo en
los demás; en los pobres, en los enfermos, en los abandonados, marginados, en
todas aquellas personas en las que podemos encontrar el rostro de Jesús. Es un camino largo por recorrer. Sé que voy
contracorriente en esta sociedad tan individualista, materialista donde muchos
caen fácilmente en un ateísmo práctico.
Ya me he subido a la barca, he aceptado el llamado que Jesús me ha
hecho, ahora me queda poner todo de mi parte y pedir a Dios lo que no puedo
para perseverar, para llegar a la meta.
Durante estos
casi dos años he podido convencerme, por completo, que para hacer las cosas de
Dios es necesario recurrir a Él, pedir su divina gracia, que nos asista con su
Santo Espíritu, porque las dificultades, las tentaciones empiezan en el primer
momento que decides hacer su voluntad.
La vida en el
seminario es como toda vida de los que se encuentran allá fuera, tiene sus
momentos buenos, agradables, dichosos como también esos momentos de tristeza,
de miedo, de temor, de preocupación. Y de eso soy testigo porque me ha tocado
vivirlo durante este tiempo que llevo en el seminario. He tenido momentos de
crisis vocacionales, de querer coger mi mochila y salirme corriendo, he tenido
momentos de tristeza por dejar a mi familia,
momentos que han costado lágrimas, he sentido miedo, temor por lo que me
pueda pasar por anunciar a Jesús, a un Dios que es amor, misericordioso; ser
profeta anunciando a Dios y denunciando las injusticias. Pero lo más rescatable
de este tiempo en el seminario, lo más importante es que a pesar de todo eso,
ha habido momentos de alegría, de dicha que sobrepasan toda tristeza, todo
miedo, toda crisis.
En el seminario
he podido experimentar lo que es vivir en comunidad, en fraternidad. Convivir
con personas que vienen de otros lugares con sus propias costumbres, sus
propios hábitos, compartir con ellos tristezas y alegrías. Es lindo ser
seminarista pero también es una gran responsabilidad como cristiano católico.
Como seminarista
he tenido la oportunidad de participar en las misiones con esa peculiaridad del
carisma alfonsiano. Ser misionero es lo máximo. Dejar momentos de compartir con
la familia, con los amigos por ir a compartir con gente que no conoces en
lugares recónditos que no sabías que existían. Ser ese portador de esperanza,
de paz, de alegría a pesar que muchos te echen los perros o tengas que caminar
kilómetros bajo un caluroso sol o una fuerte lluvia con truenos, granizo, etc…
es en esos momentos cuando dices: “que bien se siente sufrir todo esto por amor
a Cristo” y sientes esa paz que embarga todo tu ser y es ahí donde escuchas a
Dios que te habla en su creación.
Estoy formándome para ser misionero a tiempo completo y he podido
experimentar que si vas a misionar confiando en tus cualidades, capacidades
para hablar, en tu elocuencia, los podrás hacer muy bien, la gente puede quedar
encantada, maravillada por la forma que hablas de Dios, sin embargo todo eso no
es más que pura palabrería o como dicen “puro chamuyo”, sino practicas lo que
dices, no lo vives no es más que eso, “puro chamuyo”. Si a veces desprecias lo
que te ofrecen porque no te gusta, eres indiferente a los detalles que la gente
tiene para contigo ten por seguro que todo lo que has hablado muy bonito, se va
al agua. Y otro aspecto es, y muy importante, la oración. Si vas de misión
confiado en tus capacidades y no te encomiendas a Dios, no le pides que te
asista con su Santo Espíritu, sino rezas todo lo que prediques serán más que
palabras vanas, vacías. Hay que rezar cuando se está en misión y mucho y eso lo
he podido vivir en carne propia.
Ser misionero es
una bendición de Dios, es sumamente maravilloso. Es una verdadera aventura que
vale la pena vivir, una aventura por el Redentor.
Que Dios,
nuestro Padre, nos permita experimentar la dicha de ser misionero, de
experimentar su inmensa misericordia; que Jesucristo, nuestro redentor, nos
conceda las gracias para seguir sus huellas como misioneros; y que el Espíritu
Santo, nos guíe, nos ilumine, encienda en nuestros corazones el amor hacia los
demás y así ser buenos misioneros.
Bendiciones.
5 de septiembre de 2015
EN MISIÓN COMPARTIDA
Confieso que me entusiasma
entrar en este tema. El Señor es así de sorprendente y reparte sus
carismas
como quiere, cuando quiere y a quien quiere; a veces rompiendo nuestros
esquemas.
¿De qué estamos hablando?
El lenguaje relativamente
reciente de “misión compartida” nace de una comprensión comunitaria de la
misión y de la correlación necesaria
entre todas las formas de vida y ministerio para afrontar los
retos que
nuestro mundo plantea a la evangelización.
Esta forma de entender la
misión supone un cambio de mentalidad que favorece la colaboración de
todos los
carismas, la corresponsabilidad, la confianza y el servicio humilde, y nos
lleva a evitar
actitudes unilaterales como la autosuficiencia, los recelos, la
imposición o los intereses institucionales.
El adjetivo "compartida" añadido a la
palabra "misión" nos centra en un aspecto sumamente importante
de la
vida actual de la Iglesia :
que la misión es mucho más eficaz y esplendorosa, cuando es realizada
por una
orquesta de carismas; que sólo entonces la misión tiene el rostro, la
configuración que
Jesús soñó para ella.
Creemos que la toma de
conciencia de la relevancia de los laicos en la Iglesia y la decisión de
dar
pasos progresivos en orden a compartir nuestra misión con ellos constituye
una opción irreversible
a nivel intraeclesial y a nivel congregacional. Los
religiosos no podemos quedarnos fuera de este
movimiento renovador del Espíritu
de Jesús al interior de la
Iglesia actual.
Y todo esto teniendo a la base
dos consideraciones iniciales que nos parecen fundamentales:
respetar y
potenciar la identidad laical, ayudándoles a alcanzar la verdadera madurez de
su vocación
eclesial; y compartir con los laicos nuestro ser y nuestra misión.
Nuestro "carisma" no nos
pertenece en exclusiva.
Se hace camino al andar
1. Misión
compartida con los laicos
Tengo la impresión de que todos
nosotros estamos haciendo intentos serios de camino compartido
con los laicos.
En mi Congregación, fieles a este signo de los tiempos y a los mejores impulsos
provenientes de los orígenes de nuestra tradición, los religiosos queremos
compartir nuestro carisma
con los cristianos laicos, a los que consideramos
hermanos y compañeros en la tarea misionera.
2. Corresponsabilidad
y complementariedad pastoral
Eso sí, estoy convencido de que
la misión compartida con los laicos se ha de realizar
desde la complementariedad
de lo específico de cada forma de vida: los laicos, siendo fieles a su
idiosincrasia laical; y nosotros, siendo fieles a nuestra peculiaridad
religiosa.
Desde ahí nuestra relación con
los laicos ha de realizarse sobre la base de una mutua
colaboración, que
respete siempre la identidad del laico y nuestra identidad religiosa y en base
a los
criterios de complementariedad y corresponsabilidad.
3. La
formación de los religiosos y los laicos
Somos conscientes de que, para
desarrollar bien la misión compartida, los laicos necesitan una
formación
verdaderamente cualificada; son ellos mismos los que nos lo demandan.
También los religiosos deben
entrar en este proceso de formación que los capacite para trabajar
en misión
compartida. Para ello deberían imbuirse de la mejor teología que brota del
Concilio Vaticano
II. En este sentido, sería bueno
programar sistemáticamente reuniones entre religiosos y laicos con
el fin de reforzar
los vínculos de fraternidad, fortalecer la confianza mutua, profundizar el
carisma y
proponer pistas de futuro.
Sería un buen principio que los encuentros de formación provincial estén
abiertos a la participación de los laicos.
4. Creación
de equipos de trabajo y de pequeñas comunidades de religiosos y laicos
Cada día tenemos más claro que
es necesario trabajar conjuntamente con los laicos en nuestros
campos de
misión. Necesitamos crear equipos de trabajo en los que los laicos asuman
responsabilidades.
Además algunos laicos quieren
vivir su cristianismo desde las señas de nuestra identidad y piden,
dando un
paso más, su integración como laicos en la vida de nuestras congregaciones.
Aspiran a ser
más que cooperadores en nuestras obras; desean ser miembros de
nuestra familia,
compartiendo con nosotros identidad y misión, pero ofreciendo
a la Congregación
la rica
aportación de su secularidad. Los religiosos tenemos que posibilitar esta
forma de vocación.
Desde ahí las comunidades han
de estar abiertas a pequeños grupos de laicos que se sientan
atraídos por el
carisma y promoverlos.
5. Algunas
experiencias
En los últimos años se han ido
consolidando en nuestra Provincia Redentorista de España dos
figuras que están
enriqueciendo este camino de misión compartida:
-
GRUPOS DE LAICOS
REDENTORISTAS
Son grupos formados por laicos
que participan en la espiritualidad, experiencia de vida evangélica y
trabajo
pastoral. Se sienten atraídos por el carisma redentorista y son invitados por
la comunidad
redentorista a un grupo.
Participan en encuentros de
religiosos y laicos (comunitarios y provinciales) y de carácter formativo
(Encuentro de San Alfonso).
-
MISIONEROS LAICOS
DEL SANTÍSIMO REDENTOR
Es la forma más comprometida de
colaboración activa en la vida apostólica de la Congregación.
El Misionero
Laico es un cristiano consciente de su vocación bautismal que comparte con los
redentoristas un mismo espíritu, sistema de valores y modo de vida marcados por
el estilo Alfonsiano.
Concluido un proceso de
formación y discernimiento, y recibida la aprobación del Consejo
Provincial, se
agregan a la Congregación mediante una celebración litúrgica.
Su compromiso es definitivo y
permanente, con carácter oficial, en la espiritualidad y misión redentorista.
Apenas un camino iniciado
Han pasado ya más de 30 años
desde que empezamos a dar los primeros pasos. El camino está
siendo de una
riqueza extraordinaria. Pero no oculto que no siempre resulta fácil, y que es
mucho lo
que queda por andar.
Cuando miro para atrás descubro
con alegría la incorporación de laicos a organismos
provinciales con capacidad
de decisión, la consolidación de Grupos de laicos asociados a nuestro
carisma,
la elaboración de un material de formación sistemática. Observo también el
recelo y
desconfianza que este tema despierta en muchos de mis hermanos, el
miedo a “perder el control”
sobre los laicos…
Confieso, eso sí, que el
presente me entusiasma y el futuro me desafía. Un futuro en misión
compartida,
convencido de que Dios regala el carisma a unos y a otros; compartiendo
formación
y misión, momentos de oración y de fiesta; caminando desde la
confianza mutua y
compartiendo responsabilidades; viviendo en familia.
¿Es demasiado soñar? Es hora de
ponerse en camino.
Por: Pedro López Calvo, CSsR
5 de abril de 2015
MENSAJE PASCUAL DEL SUPERIOR GENERAL
Con la celebración de la misa de la Cena del Señor comenzamos el sagrado Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Cada año se nos invita a entrar en este misterio a través de la oración y de la contemplación, de la celebración litúrgica y de la asistencia a los necesitados.
"Como cooperadores, socios y servidores de Jesucristo" (C. 2), del Redentor, "quien, por medio nuestro, continúa cumpliendo la voluntad del Padre al realizar la redención de los hombres" (C. 52). ¡Qué maravillosa y privilegiada vocación la nuestra! Con gozo y esperanza, y también con profunda gratitud, digamos "Sí" a esta llamada.
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